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En esta pagina encontraras información sobre los cementerios mas importantes de la zona metropolitana del estado y también leyendas que han trascendido durante la historia de lo que hoy es Soledad y San Luis Potosí.

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LOS PRIMEROS CEMENTERIOS (SIGLO XVI)

Al fundarse ya la ciudad, se estableció la Parroquia de San Luis, confiada al clero diocesano y para la atención de la feligresía española. Igualmente, su interior y su atrio sirvieron para las inhumaciones. Más aún, en la Parroquia, el tiempo andando, los ricos mineros de San Luis construyeron su cripta, de la que hablaremos adelante. Y este fue el cuarto cementerio potosino.

Los mexicanos, los tarascos, los otomíes y demás castas llegadas a San Luis, se repartieron en San Miguelito y en San Sebastián, donde fundaron sus villas. En San Sebastián, que a poco fue misión de los agustinos, fabricaron iglesia con su atrio, ahora reducido al mínimo. Lo mismo en San Miguelito.

San Luis, entonces, a los cinco años de fundado, era casi un pueblo en cierne. No había más que haciendas de beneficiar metales, jacales, casas y capillas a medio hacer.

LOS ATRIOS-CEMENTERIOS

Conforme aumentaba la población de la ciudad, aumentaban las defunciones. En la primera década de vida de San Luis (ultima del siglo XVI), acogieron a los muertos los atrios-cementerios y los interiores de la Parroquia (hoy Catedral), de San Francisco y de las seis villas: Tlaxcala, Santiago, San Sebastián, San Miguelito, Tequisquiapan y Montecillo, pueblo éste fundado hacia 1600.

En la primera mitad del siglo XVII llegaron nuevos religiosos, fundaron conventos e iglesias y, por consiguiente, se formaron nuevos cementerios. Aunque los agustinos llegaron hacia 1597, no abrieron más que hospicio. Cronológicamente fueron, después de los franciscanos, los agustinos, cuya iglesia, convento y huerta comprendía desde la Av. Universidad hasta la de Comonfort y desde Lerdo de Tejada hasta Morelos. El atrio-cementerio era enorme: se extendía desde el frente del templo, incluyendo el área del edificio contiguo al oriente del atrio actual, y daba vuelta por el lado poniente del templo, dejando al descubierto la hermosa portada lateral.

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